La relación entre pintura y fotografía comenzó el día en que la segunda nació. Tras la aparición de la fotografía, poco tardó en ser dicho que la pintura estaba muerta. Esta esperada muerte, que fue ampliamente sonada durante muchas décadas, nunca ha llegado del todo. Sin embargo, a partir del nacimiento de la fotografía, la pintura sufrió innegablemente un cambio irreversible.

Uno de los cuerpos de obra en los que podemos observar algunas de las facetas más relevantes del diálogo que la pintura y la fotografía han sostenido durante el último siglo, es el trabajo del artista alemán Gerhard Richter (1932). Artista omnipresente en el discurso del arte contemporáneo, tanto desde el punto de vista teórico como histórico y económico, hace de su obra un gran vehículo conductor para hablar de la interrelación de ambos medios. Por un lado, el pintor hace amplio uso de la fotografía en relación a la pintura de distintas formas: como referencia, soporte, metáfora, reflexión y canon estético. Pero además, la obra en sí transmite las reflexiones de Gerhard Richter respecto a la historia de la pintura y sus distintos hitos. El diálogo que en el siglo veinte está forzosamente ligado a la fotografía, no sólo se encarna través del arte y la historia, sino que lo hace también a través de nuestra cultura visual inmediata.

Pintura y fotografía

Gerhard Richter, Tulips (Tulipanes), óleo sobre tela, 36 cm x 41 cm, 1995.

Reflexión sobre la mirada

La fotografía ha cambiado nuestra forma de ver. Encontramos fotos -y en especial reproducciones fotográficas- de forma omnipresente en nuestras vidas. Conocemos a más personas a través de la fotografía que en persona. Hemos visto más fotografías de pinturas que pinturas reales. Nuestra mirada ha sido moldeada por la fotografía, particularmente por el uso que los medios de comunicación y publicidad hacen de la misma.

La cultura visual nunca antes en la historia de la humanidad había sido tan vasta y tan ubicua en el transcurrir de nuestra vida cotidiana. La pintura de retrato y paisaje solía ser exclusiva del clero y la aristocracia, mientras que hoy en día vemos imágenes de personas y otros motivos en revistas, espectaculares, panfletos, blogs, páginas de internet, impresiones de playeras; es decir, en todos lados. Esta circunstancia implica que ya no sólo vemos las imágenes, sino que vemos a través de ellas. Nuestra mirada ha sido determinada por las mismas. Así como en el arte religioso antiguo el gesto de una mano podía representar una idea compleja ampliamente conocida, hoy en día asociamos poses específicas con actitudes específicas, coloridos con ideas, composiciones con discursos. Nuestra mirada no sólo ve, sino que lee desde un lenguaje visual común.

En la obra de Gerhard Richter, la forma de ver que ha sido heredada de la historia de la pintura entabla un diálogo con la mirada que supuso la era de la fotografía. Marcel Duchamp en algún momento dijo que "el arte es un juego entre toda la gente de todas las épocas". Para el caso específico de la obra de Richter, este juego gira entorno a la pintura, la imagen y la mirada.

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Gerhard Richter, La anunciación según Tiziano, óleo sobre tela, 1973.

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Gerhard Richter, La anunciación según Tiziano, óleo sobre tela, 1973.

En las pinturas Anunciación según Tiziano, Richter copia de manera casi fotográfica la pintura Anunciación (1540, Iglesia de Salvador en Venecia) hecha por el pintor renacentista Tiziano. Durante su estancia en Venecia, Richter quedó fascinado con dicha pintura, tanto así que incluso anhelaba poseerla. En 1973, buscando en cierta forma compensar este deseo imposible, realizó la serie de pinturas que aquí se muestra. Estas copias, sin embargo, no fueron realizadas en presencia del cuadro, sino que fueron copias hechas de fotos e impresiones de dicha pintura. Por lo mismo, no son copias fidedignas, pero no sólo por este motivo; en primera instancia, varias de ellas fueron borradas una vez pintadas y, en segundo lugar, la técnica utilizada en ellas no es la que Tiziano empleó, sino una técnica contemporánea con materiales actuales: la técnica de Richter.

La pintura de Tiziano es tratada por Richter en esta serie como una especie de ready made en la que el pintor se apropia de una imagen extraída de un lugar y un tiempo remoto, misma que enmarca y repinta bajo circunstancias completamente distintas. Una fotografía congela un instante del tiempo y, si bien en una pintura la relación con el tiempo no está siempre tan presente, también existe. No obstante, mientras que una cámara es un observador un tanto neutral, una pintura siempre implica el gesto y la mente de aquel que la crea. La forma en que Richter borró estas pinturas parece traernos de la reproducción -casi fotográfica- de regreso a la pintura y viceversa, subrayando quizá que ésta no es una copia -una foto-, sino una pintura por derecho propio. Esta acción recalca también la imposibilidad de realmente reproducir ésta y cualquier otra pintura de antaño, puesto que todos los elementos adyacentes a dicha pintura ya no están presentes, sino que han mutado. Querer pintar exactamente como se hacía en el pasado es imposible. No sólo porque no sepamos fielmente la técnica de distintos antiguos maestros, sino porque nosotros hemos cambiado y con nosotros la lente a través de la cual leemos el mundo.

Sin embargo, no todo lo pasado es tan distante como para no poder ser leído o para ser olvidado. Incluso en ocasiones nos negamos a olvidar. La foto y la pintura son parte intrínseca de este deseo de recordar, lo que nos lleva al siguiente tema: la memoria.

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Gerhard Richter, La anunciación según Tiziano, óleo sobre tela, 1973.

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Gerhard Richter, La anunciación según Tiziano, óleo sobre tela, 1973.

Memoria, Pintura y fotografía

Durante muchos siglos, la pintura fungió como memoria visual externa, como instrumento de registro y retrato de personas, ideas y momentos importantes. Desde su nacimiento, es la fotografía la que ha adquirido el papel de herramienta de apunte de nuestras vidas. Ésta juega un papel privilegiado en cuanto a la reconstrucción de la memoria, de tal forma que incluso llega a sustituir con sus imágenes nuestras verdaderas experiencias. Muchos de nuestros recuerdos surgen de fotografías, imágenes de revistas, periódicos o medios digitales. A través de ellos tenemos acceso a situaciones lejanas de forma inmediata, que de impactar nuestra conciencia lo suficiente, pasarán a formar parte de nuestros recuerdos de vida.

Distintas imágenes han quedado y quedan marcadas en nuestra memoria sin que hayamos estado nunca en presencia del acontecimiento original. Estas imágenes se cargan en nuestras mentes de peso simbólico, un conjunto de afectos independientes de un contexto inmediato al tratarse de imágenes fotográficas, pero manteniendo la posibilidad de tener un vínculo íntimo y personal con nosotros mismos y nuestra propia historia íntima.

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Gerhard Richter, Eight Student Nurses (Ocho estudiantes de enfermería), óleo sobre tela, ocho partes, cada panel: 95 cm x 70 cm, óleo sobre tela, 1966.

En la fecha hoy conmemorada como 9/11, el día del atentado a las torres gemelas, Richter salía en avión de Europa a Nueva York. Tras unas horas de vuelo su avión tuvo que volver a Europa.

Probablemente Septiembre 11 me molestó más de lo que esperaba. -Gerhard Richter

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Gerhard Richter, September (Septiembre), óleo sobre tela, 52 cm x 72 cm, 2005.

En su obra Septiembre Gerhard Richter rememora no solo un importante momento de la historia universal del siglo XX. También un recuerdo íntimo y a su vez uno de los eventos más mediatizados de la historia contemporánea. Si bien pocos vivieron esta trágica circunstancia en persona, todos lo hicimos a través de los medios de comunicación. El suceso esta impreso en nuestras mentes. Sin embargo, ¿cuál es nuestra relación con estas imágenes?. Sin duda éstas son incapaces de reproducir la experiencia directa de la circunstancia, ni siquiera la de la circunstancia vivida a través de las pantallas. No son sino imágenes difusas de un pasado que en cierto sentido no es nuestro y a su vez, por supuesto que lo es. ¿Cuál es el papel de la pintura en relación a este tipo de imágenes? ¿Son estas imágenes un recuerdo fijo de una circunstancia o una conmemoración de la misma? ¿Recordar o deseo de no olvidar?

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Gerhard Richter, Funeral de la serie Octubre 18, 1977, óleo sobre tela, 1988.

En la serie de pinturas Octubre 18, 1977 Gerhard Richter retrata el desenlace del terror producido por la banda Baader-Meinhoff, una organización terrorista pequeña que asesinó y secuestró en Alemania durante los 70's. La fecha del título hace referencia a la fecha específica en que los miembros de la banda fueran encontrados muertos en sus celdas bajo circunstancias sospechosas. Las imágenes de estas pinturas fueron pintadas directo de fotografías policiacas. Son imágenes de muerte, imágenes de cuerpos sin vida, celdas vacías y funerales. Las telas fueron ejecutadas en blanco y negro, reminiscentes de las imágenes del periódico. De estética difusa, que desdibuja la pincelada a partir de distintos procesos, pese a que las imágenes son claramente legibles sus calidades remiten tanto a la baja calidad de las imágenes periodísticas de la época como a la represión de la memoria sobre el suceso. Represión que puede ser vista tanto como necesidad política como respuesta psicológica.

Por medio de estas pinturas, Richter reflexiona sobre el papel de que tienen hoy en día las imágenes en nuestra sociedad, remitiéndonos simultáneamente al filtro mediático que se impone como distancia -o inclusive censura- y a la dificultad del recuerdo y de la memoria que rodea a toda circunstancia desagradable.

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Gerhard Richter, El disparado de la serie Octubre 18, 1977, óleo sobre tela, 1988.

En la siguiente entrada continuaremos hablando de la relación entre pintura y fotografía vista a través de la obra del pintor Gerhard Richter. Los puntos a abordar serán los siguientes:

  • Lo fotográfico como metáfora
  • La fotografía como referencia
  • La fotografía como soporte