El impresionismo es una de las corrientes artísticas más conocidas y valoradas, por lo que las obras de algunos de los pintores que reconocemos como parte de dicha corriente son algunas de las más reconocibles del mundo. Inclusive podríamos afirmar que la obra de los pintores impresionistas más famosos: Monet, Manet, Cézanne, Degas, etcétera. es lo que viene a la mente de muchas personas cuando se menciona la palabra arte. ¿A qué se debe el éxito de estos pintores? Bien podríamos decir que a su indiscutible talento, cosa que, si bien es cierta, es sólo una parte de su gran éxito.

Los pintores impresionistas más famosos son pocos en relación a todos los pintores que formaron parte del movimiento. De hecho, los más famosos son sólo siete, que poseen algo muy interesante en común. Para empezar, es cierto que existen grandes semejanzas en cuanto su forma de pintar o, quizá deberíamos decir, en cuanto a sus intereses respecto a la pintura. En segundo lugar, el país que habitaban, Francia, era el mismo, mas ese tampoco es el elemento en común al que me refiero. El elemento interesante que une a los siete pintores impresionistas más famosos es la amistad que guardaban con un pintor de nombre Gustave Caillebotte.

Si bien Gustave Caillebotte no pasó a la historia como un gran artista, en términos de visibilidad en gran medida fue gracias a él que el impresionismo adquirió tal reconocimiento, adquiriendo particular atención los pintores impresionistas que eran sus amigos.

 

 

caillebottes 1875 painting the floor scrapers was rejected by the elite salon but it was the work that launched his career

Gustav Caillebotte, Les rabouteurs de parquet (Los acuchilladores de parqué), óleo sobre lienzo, 102 cm × 146,5 cm, 1875.

 

Antecedentes del impresionismo

El impresionismo no fue una corriente con un manifiesto; en realidad el nombre es un término genérico que se le dio a cierto conjunto de pintores. Manet, quien es considerado el padre del impresionismo, pintó por varios años de una forma que podría considerarse antecedente impresionista, antes de que el nombre impresionismo siquiera existiera.

Como muchos sabrán, el término impresionismo proviene de la obra de Monet Impression, soleil levant (Impresión, sol naciente), a partir de la cual el crítico Louis Leroy, en tono de burla, decidió poner "impresionismo" al tipo de pintura que realizaban Monet y sus camaradas. Sin embargo, el "impresionismo" no nació como un movimiento contracultural de manera consciente; de hecho, los pintores de dicho movimiento estaban muy interesados en ser aceptados y comprendidos por el gran público.

Independientemente de que no fuera un movimiento per se, sin duda existen puntos en común entre la obra de los pintores impresionistas, los cuales derivaban de la estrecha relación que guardaban entre sí.

 

 

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Edouard Manet, Le Déjeuner sur l'herbe (Desayuno sobre la hierba), óleo sobre tela, 208 x 264.5 cm, 1863.

 

Características del impresionismo

El término impresionismo pretendía hacer alusión a la forma irregular y aparentemente incompleta de pintar que caracterizaba a las pinturas "instantáneas" del grupo de jóvenes pintores, amigos de Monet. Se dice que la pintura impresionista no intentaba sondear el significado de la existencia, o al menos no lo hacía de manera literal. Esta pintura estaba más interesada en experimentar y reflejar las superficies llenas de color de la vida. La intensión era reproducir la sensación visual, el colorido, las luces cambiantes y el encanto que el mundo nos puede mostrar, momento a momento.

Movidos por estos intereses, los pintores impresionistas liberaron el color hasta conducirlo casi hasta la autonomía. Así mismo, llevaron la disolución de la forma tradicional hasta la creación de un entramado atmosférico y brillante, tras el cual la precisión fiel de los objetos se esfumaba, anunciando un arte "no objetivo".

Podríamos decir que en el trabajo de los pintores impresionistas la pintura se deshizo de las limitaciones ideológicas de la academia de la época para perseguir otros ideales. En cierta forma, la pintura volvió así a enfatizar sus fuentes esenciales: el color puro y la forma pura. Poco a poco, en las décadas posteriores al impresionismo, la pintura se iría liberando cada vez más de referencias narrativas y alegóricas para dirigirse hacia el rumbo de la abstracción. El impresionismo representó el nacimiento de un arte subjetivo, preocupado no sólo por aquello que narraba sino por cómo plasmaba lo narrado, siendo esto lo que determinaba el valor artístico del cuadro.

 

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Edgar Degas, La classe de danse (La clase de danza), óleo sobre tela, h. 1873. National Gallery of Art, Washington.

 

La influencia del impresionismo en movimientos posteriores

Podríamos decir que el impresionismo fue uno de los detonadores más significativos de las vanguardias, por lo que su influencia fue extremadamente vasta. Sin embargo, tuvo también muchas repercusiones inmediatas.

La primera exposición que podríamos considerar impresionista tuvo lugar en 1874, cuando Monet, Alfred Sisley, Renoir, Degas, Armand Guillaumin, Berthe Morisot y Cézanne unieron sus fuerzas exponiendo sus obras en el estudio del fotógrafo Félix Nadar. Posteriormente se uniría al grupo Manet, cuya obra es ahora considerada por muchos el antecedente inmediato que anunciaba al impresionismo.

La influencia de este grupo de pintores sería muy amplia, a pesar de las primeras respuestas negativas que recibieron del público de la época. Su estilo pictórico se extendió poco a poco hacia otros rincones de Europa en las décadas posteriores. Eventualmente llegó a Alemania, donde 15 años después nació un movimiento impresionista propio, llegando posteriormente la influencia del mismo a Holanda y Noruega, entre otros.

Sin embargo, la influencia y la fama de estos pintores no se detuvo ahí. Bien podríamos decir que los pintores impresionistas siguen siendo tan significativos hoy como hace más de un siglo, y mucho más conocidos. Pero no todos los pintores impresionistas gozan de la misma fama y el mismo crédito, y pese a que sin duda puede decirse que los más famosos son magníficos pintores, ya hemos mencionado que no era lo único que tenían en común.

 

Claude Monet Impression soleil levant

Claude Monet, Impression, soleil levant (Impresión, sol naciente), óleo sobre tela, 48 × 63 cm, 1873.

 

Gustave Caillebotte

Gustave Caillebotte es probablemente el pintor impresionista menos conocido, mas no por eso podríamos decir que fue mal pintor. Su pintura es más figurativa que la de otros pintores impresionistas, por lo que a los ojos de los que observamos su obra desde el presente, con escaso conocimiento, nos puede parecer más un pintor clásico que uno impresionista. Sin embargo, sus contemporáneos lo consideraban un pintor fenomenal, a la par de Monet y Renoir.

De hecho Zola, el crítico que eventualmente atrajo la mirada del público sobre la pintura impresionista, elogiaba su uso del color y llamaba a Caillebotte uno de los pintores impresionistas más audaces. Pero lo cierto es que, más de un siglo después del surgimiento del impresionismo, Monet es considerado uno de los pintores más famosos de la historia, mientras que Caillebotte es prácticamente desconocido, siendo que en su momento ambos eran considerados sumamente talentosos.

Si bien el tiempo no ha sido particularmente benévolo con la obra de Caillebotte, la realidad es que los pintores impresionistas más famosos le deben mucho, aunque no como pintor.

 

baile en el moulin de la galette

Pierre-Auguste Renoir, Bal au moulin de la Galette (Baile en el Moulin de la Galette), óleo sobre lienzo, 131 × 175 cm, 1876.

 

La colección de Caillebotte

Un equipo de investigadores de Cornelle University se dio a la tarea de investigar el canon impresionista y encontraron que había algo impresionante que distinguía a los pintores más importantes de ese período de sus contemporáneos: su relación con Caillebotte.

Gustave Caillebote nació dentro de una familia adinerada en 1848 y durante sus veintes descubrió su gran talento y pasión por la pintura. En 1875 envió su cuadro Los acuchilladores de parqué para participar en el salón de pintura de París, pero fue rechazado. A raíz de este rechazo fue invitado por Renoir a participar en una de las exposiciones que surgieron de los salones de rechazados: las exposiciones impresionistas. Ahí conoció a Monet y Degas, de quienes se hizo amigo y a quienes les compraría decenas de cuadros en un momento en que prácticamente a nadie le interesaba comprar la pintura de estos jóvenes pintores.

Caillebotte estaba convencido de que moriría joven, razón por la cual muy pronto escribió su testamento. En él le cedía al gobierno francés su colección y solicitaba que se colgaran alrededor de 70 piezas en una exhibición en el museo de Luxemburgo en París. Curiosamente, Caillebotte muere en 1894 a la edad de 45 años, cumpliendo con lo que él mismo profetizaba.

Entre las obras de su colección, incluidas en el testamento, se encontraban al menos 16 cuadros de Monet, 8 de Renoir, 8 de Degas, 5 de Cézanne, 4 de Manet, 18 de Pissarro y 9 de Sisley, quienes, de hecho, son los pintores impresionistas más famosos.

 

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Paul Cézanne, Naturaleza muerta con plato de fruta, óleo sobre lienzo, 46.4 x 54.6 cm, 1878-1880.

 

El rechazo de la obra

En un principio, el gobierno francés no aceptó la solicitud de Caillebotte y ni siquiera Renoir, fungiendo como ejecutor del testamento, logró que el gobierno aceptara las obras y la solicitud de colgarlas en el museo. Artistas, críticos, e incluso politicos importantes de la época, consideraban la petición insultante, presuntuosa y francamente desquiciada. De hecho, varios profesores de arte amenazaron con renunciar de L'École des Beux-Arts (Escuela de bellas artes) si las obras eran aceptadas.

Sin embargo, después de un año de tratar de que el gobierno aceptara la colección, Renoir logró que el gobierno accediera a recibir la mitad de la colección. Las pintura aceptadas incluían 8 cuadros de Monet, 7 de Degas, 7 de Pissarro, 6 de Renoir, 6 de Sisley, 2 de Manet y 2 de Cézanne. Cuando en el año 1897 los cuadros fueron finalmente colgados en una nueva ala del Musée du Luxembourg, representó la primera exposición oficial del arte impresionista en Francia, o en cualquier país europeo.

La gente inundó el museo para ver arte que antes habían ridiculizado o simplemente ignorado y Caillebotte logró así su cometido. La exposición trajo una atención sin precedentes a los pintores impresionistas, e incluso gran respeto, particularmente a aquellos representados por su obra en dicha sala de exposición.

 

pintores impresionistas

Camille Pissarro, Le Boulevard de Montmartre, Matinée de Printemps (El bulevar de Montmartre, mañana de primavera), óleo sobre tela, 65 × 81 cm, 1897.

 

Los 7 pintores impresionistas

Un siglo después de la exhibición de la colección Caillebotte, James Cutting, un psicólogo en Cornell University, revisó más de 15,000 instancias en las que aparecían pinturas impresionistas dentro de cientos de libros de la librería de la universidad. Con este estudio comparativo concluyó inequívocamente que había únicamente siete pintores impresionistas cuyo nombre y obra parecía aparecer mucho más que sus demás contemporáneos. Estos siete pintores impresionistas consisten en Monet, Renoir, Degas, Cézanne, Manet, Pissarro y Sisley.

Parece que podemos concluir que, si bien la fama de dicho grupo de pintores se debe a su gran talento, también mucho de dicha fama se remonta a la visibilidad que el grupo de pintores obtuvo, durante muchas décadas posteriores, gracias a su amigo Caillebotte. Indudablemente, Caillebotte tenía buen ojo para la pintura, no por nada en su época era considerado uno de los pintores impresionistas más prometedores. Si bien es cierto que las obras de siete pintores impresionistas adquirieron gran visibilidad gracias a él, también deberíamos cuestionarnos el por qué escogió específicamente a esos pintores para comprarles obra, ya que, en realidad, en su momento fue amigo de varios pintores más.

Si revisamos la historia del arte en distintos momentos, han surgido grandes coleccionistas que han identificado magníficos artistas antes de que éstos adquieran reconocimiento, viéndolos alcanzar éxito posteriormente, no sólo en su época, sino llegando incluso a trascender en el tiempo. Muchos grandes artistas deben sus carreras a aquellos que, pese a no ser artistas, poseyeron la sensibilidad para identificar el nuevo arte valioso, aún cuando las diferencias del mismo (en relación al arte del momento) lo hacían de difícil digestión para gran parte de su público. En realidad, sin aquellos sensibles al arte que tienen la capacidad de apoyarlo con sus recursos, la obra de ningún artista, por más grande que fuera, podría obtener el reconocimiento que merece.

 

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Alfred Sisley, Lane of Poplars at Moret (Paseo de Álamos en Moret), óleo sobre tela, 54 x 73 cm, 1888.

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