La frontera entre dos mundos

Los pigmentos morados, pertenecen a una región cromática que no se encuentra con facilidad en la naturaleza, ni tampoco en el espectro visible como un color único. Surge de la combinación de ondas que estimulan al mismo tiempo los conos S, sensibles al azul, y M o L, sensibles al rojo, generando un estímulo que el cerebro interpreta como una franja intermedia. No es un color simple, ni estable, ni reproducible sin precisión. En ese sentido, los pigmentos morados no son simplemente mezclas de rojo y azul: son sustancias con estructuras químicas específicas, comportamientos distintos frente a la luz y la humedad, y usos variables según el medio pictórico.

A lo largo de la historia, el morado ha sido símbolo de lo sagrado, lo prohibido, lo transformador. Se asocia con el misterio, el lujo, la marginalidad y la contemplación. Esa dualidad simbólica se refleja también en su naturaleza material: puede ser opaco o translúcido, cálido o frío, profundo o brillante según su origen mineral, vegetal o sintético. Para el artista, trabajar con morado implica decidir desde el nivel sensorial hasta el técnico: no se trata de una elección estética, sino estructural.

Pigmentos morados 1
70m(naomi),
Pink and Deer, 2020

La particularidad de los pigmentos morados es que también se comportan como un color inestable en ciertas técnicas. Puede mutar, decolorarse, reaccionar químicamente con aglutinantes o perder potencia cromática si se aplica en condiciones desfavorables. Esta sensibilidad exige al artista un dominio profundo del material, no solo de su apariencia. Es un color que no perdona improvisaciones: requiere planificación, conocimiento y pruebas.

En este artículo, abordamos el morado desde tres ejes complementarios: su historia cultural, sus fundamentos químicos y ópticos, y su aplicación práctica en técnicas como óleo, acrílico, acuarela, mural o cerámica. Además, ofrecemos recomendaciones específicas para taller, identificamos los principales pigmentos actuales del mercado (PV14, PV16, PV19, PV23 y más), y revisamos ejemplos artísticos donde el morado se convirtió en una clave expresiva.

Este recorrido está pensado para pintores profesionales, artistas experimentales, restauradores y estudiantes de arte que desean profundizar en la materia cromática desde una mirada técnica, pero con sensibilidad histórica y práctica. Porque entender un pigmento no solo es conocer su fórmula: es saber cómo se comporta al mezclarse, al secarse, al envejecer. Es conocer su legado, su límite y su posibilidad.

Pigmentos morados 2
Francis Bacon,
From Muybridge ‘The human Figure in Motion: Woman Emptying a Bowl of Water/Paralytic Child Walking on All Fours’, 1965

Historia y simbolismo del morado

Los registros más antiguos del uso de morado en el arte no corresponden a pigmentos morados sólidos, sino a tintes: en particular, la púrpura de Tiro, elaborada a partir de mucosas oxidadas del molusco Murex trunculus. Este tinte se empleaba en textiles, y era tan costoso que se convirtió en un marcador de clase social: solo lo usaban emperadores, senadores o altos prelados. Cada gramo requería miles de ejemplares de moluscos. No es exagerado decir que el morado fue durante siglos el color más caro del mundo.

Aunque esta púrpura era soluble y no se aplicaba como pigmento pictórico, su estatus influyó decisivamente en la manera en que el color fue percibido. Incluso cuando comenzaron a desarrollarse versiones minerales de pigmentos morados —como los óxidos de manganeso o las amatistas pulverizadas—, su uso seguía reservado a manuscritos litúrgicos, iconografía religiosa o retratos de élite. En muchos códices medievales, por ejemplo, se observa que los fondos morados se reservan para los personajes principales, o bien se emplean como base de textos sagrados.

Con la llegada del Renacimiento, la búsqueda de fuentes más estables de pigmentos morados se intensificó. En esta época se exploraron combinaciones de albayalde con minerales manganésicos o con pigmentos rojizos y azulinos. Sin embargo, la inestabilidad lumínica de estos compuestos fue un problema recurrente. Muchos frescos y tablas originales hoy presentan oscurecimientos, pardeamientos o pérdida de saturación en las zonas originalmente moradas, lo cual ha sido documentado ampliamente por laboratorios de restauración en Europa.

El gran cambio se dio en 1856, cuando William Perkin, un joven químico británico, descubrió por accidente la mauveína —el primer color sintético— mientras intentaba sintetizar quinina. Este hallazgo marcó el inicio de la industria moderna del color, y la democratización de los pigmentos morados. Por primera vez en la historia, las clases medias podían acceder a este matiz en textiles y papelería. Aunque la mauveína era inestable a la luz y no se usó en pintura, sentó las bases para el desarrollo posterior de los pigmentos morados modernos.

Pigmentos morados 3
Hilma af Klint,
Group X, No. 1, Altarpiece (Grupp X, nr 1, Altarbild), from Altarpieces (Altarbilder), 1915

A partir del siglo XX, con el auge de la química orgánica aplicada a las artes, surgieron pigmentos morados estables y saturados como el PV23 (dioxazina violeta) y el PV19 (quinacridona violeta). Estos permitieron a artistas del modernismo, el expresionismo y el arte pop explorar el morado como color expresivo, no sólo simbólico. El morado dejó de ser un emblema de poder y se convirtió también en un lenguaje formal.

En la actualidad, los pigmentos morados forman parte de la paleta habitual de cualquier pintor profesional. Sin embargo, su uso sigue requiriendo atención especial: cada formulación tiene un comportamiento óptico y físico distinto, y no todos los morados sirven para todas las técnicas. Por eso, el conocimiento histórico no es un dato anecdótico, sino una herramienta crítica para la toma de decisiones en el taller.

Tipos de pigmentos morados y sus propiedades técnicas

En el mercado actual, los pigmentos morados se clasifican principalmente en dos familias: los inorgánicos y los orgánicos. Cada uno de ellos tiene comportamientos específicos que el artista debe conocer antes de aplicarlos. La diferencia entre ellos no es solo química: es funcional.

Los pigmentos inorgánicos se basan en sales metálicas y estructuras cristalinas. Son estables, opacos, resistentes al calor y generalmente de mayor permanencia. El más común de estos es el PV14 (fosfato de cobalto), un pigmento con excelente resistencia a la luz, opacidad media-alta y capacidad para mezclarse sin perder saturación. Su costo y su clasificación como sustancia regulada en la Unión Europea lo han hecho menos frecuente, pero sigue siendo una opción valiosa para murales interiores o pintura de caballete de alta exigencia.

Otro de los pigmentos morados importantes es el PV15 (ultramarine violet), que a diferencia del ultramar azul, tiene una estructura enriquecida con radicales de azufre. Es apto para técnicas al fresco y al silicato gracias a su estabilidad en ambientes alcalinos. Tiene menor poder cubriente, pero genera veladuras suaves y efectos luminosos muy apreciados en técnicas de capa sobre capa.

El PV16 (manganeso violeta), por su parte, es uno de los pigmentos morados de grano fino y tono moderadamente cálido. Se utiliza con frecuencia en acuarela, temple, pastel y cerámica. Aporta un matiz lavanda que conserva su estabilidad incluso en cocciones de alta temperatura, lo cual lo convierte en un aliado para artistas ceramistas y esmaltadores.

En el grupo de los orgánicos, se encuentran pigmentos derivados de estructuras complejas como las quinacridonas, dioxazinas y perilenos. Son pigmentos sintéticos con altísima saturación, transparencia y un rango cromático que va desde el magenta frío hasta el violeta negro. Entre ellos destaca el PV19, uno de los pigmentos más versátiles para pintura profesional: ofrece versiones rojizas y violáceas, buena resistencia a la luz, excelente poder de tinción y compatibilidad con medios como óleo, acrílico, acuarela y tintas.

El PV23 (dioxazina violeta) es probablemente el pigmento morado más intenso del mercado. Con solo una pequeña cantidad se pueden alcanzar matices muy oscuros. Es ideal para contraste, sombra y mezcla con blancos o tierras. Su debilidad reside en su menor resistencia lumínica: si se expone a la luz solar directa sin protección, tiende a decolorarse, por lo que siempre debe protegerse con barnices o estar en interiores.

Pigmentos morados 4
Mauve violet (Violeta de Dioxacina)
Disponible aquí: https://tienda.ttamayo.com/producto/mauve-violet-pv23

Por último, los perilenos —como el PV29— han ganado terreno por su combinación entre intensidad cromática, resistencia química y estabilidad térmica. Aunque aún son costosos, su desempeño los vuelve útiles en impresión artística, diseño industrial y pintura mural profesional.

Comportamiento en diferentes medios pictóricos

Los pigmentos morados no reaccionan igual en todos los aglutinantes. Su comportamiento óptico, su estabilidad y su capacidad de mezcla dependen tanto de su origen químico como del medio en el que se aplican. Conocer cómo actúan en óleo, acrílico, acuarela, fresco o cerámica es fundamental para integrarlos correctamente en una obra.

En óleo

Los pigmentos morados inorgánicos, como el PV14 o el PV16, son particularmente adecuados para óleo. Tienen buena compatibilidad con aceites secantes, no alteran el tiempo de secado, y ofrecen estabilidad frente a oxidación. Suelen formar películas densas y resistentes, ideales para veladuras o masas. El PV14, en particular, es útil para modelar volúmenes en sombra o en fondos complejos donde se requiera profundidad sin brillos. Su opacidad lo hace ideal para tapar capas anteriores sin perder temperatura cromática.

En cambio, los pigmentos morados orgánicos —como PV23 o PV19— ofrecen una saturación más alta, pero requieren precaución. Su alta tinción puede invadir otras mezclas si no se controla, y en capas delgadas pueden perder intensidad si no se barnizan. Para evitar oxidación prematura, conviene preparar una mezcla estable con aceite cocido y evitar excesos de disolventes.

Pigmentos morados 5
Carole Eisner,
Egon, 1986

En acrílico

El medio acrílico es uno de los más amigables con los pigmentos morados. La dispersión de PV19 o PV23 en resinas acrílicas produce colores intensos, estables y de secado rápido. Sin embargo, los pigmentos más densos —como el fosfato de cobalto— pueden decantar si no se estabilizan correctamente. Usar agentes reológicos tipo HEUR ayuda a mantener la suspensión y prevenir separación de fases en envases.

Para obras expuestas a la intemperie, conviene elegir pigmentos morados con alta resistencia lumínica, como el PV19, o encapsulados de perileno. El uso de barnices con protección UV no es opcional: es una condición para la durabilidad.

En acuarela

La acuarela es especialmente sensible a la calidad del pigmento. El PV16 (manganeso violeta) es el más apreciado por su grano fino, facilidad de mezcla y comportamiento estable sobre papeles de algodón. Produce veladuras suaves sin dejar aureolas, lo que lo convierte en uno de los pigmentos morados más ideal para atmósferas, retratos y florales. El PV15 también funciona bien, aunque su tendencia a granulación requiere control de humedad y pincel.

PV23, en cambio, debe usarse con cautela. Es altamente saturado y puede dominar una mezcla con facilidad. Requiere diluciones controladas y un papel de buena absorción para evitar manchas. Su resistencia a la luz en acuarela es menor, por lo que debe reservarse para obras que no se exhiban permanentemente.

Pigmentos morados 6
Fritz Scholder,
Possession with Clouds, 1989

En fresco y silicato

Pocos pigmentos morados resisten el pH alcalino del intonaco en fresco. El PV15 es una de las excepciones: su estructura se mantiene estable en morteros de cal y en silicato potásico. El PV14 también resiste, aunque puede reaccionar con sulfatos presentes en algunas arenas, produciendo manchas verdosas con el tiempo. Los pigmentos orgánicos como PV23 o PV19 no deben emplearse directamente en fresco: se degradan, pierden color y pueden dejar residuos solubles.

Para técnicas murales modernas, el uso de aglutinantes al silicato premezclado permite incorporar morados encapsulados, siempre que se verifique compatibilidad por ensayo previo.

En cerámica y esmalte

El uso de pigmentos morados en cerámica requiere alta resistencia térmica. El PV16 soporta temperaturas de hasta 1230 °C sin alteración del tono. Es adecuado para pastas porcelánicas y esmaltes vítreos. En piezas funcionales —como vajilla o azulejo— se integra con fundentes para asegurar adherencia sin migración de color.

Los pigmentos orgánicos no sobreviven al calor de cocción, pero algunos perilenos modificados sí pueden emplearse en esmaltes de baja temperatura o sobrecubierta. Es fundamental hacer pruebas de compatibilidad con cada fórmula de esmalte, ya que la presencia de zinc, boro o sílice puede alterar el color final.

Pigmentos morados 7
Artesanía mexicana con técnica de cerámica mayólica en forma de cráneo; pintada a mano, con esmaltes de vidriado coloreado.

Casos de estudio y referentes artísticos

Numerosos artistas han recurrido al morado como elemento expresivo, no solo simbólico. La elección del pigmento y su modo de aplicación determinan el efecto visual y el comportamiento de la obra a lo largo del tiempo.

En la pintura de Mark Rothko, el morado tiene un papel clave en la creación de atmósferas meditativas. En varias de sus obras de la década de 1950, utilizó combinaciones de PV14 y PV19 para generar capas profundas que vibraban según la iluminación. Análisis espectrofotométricos realizados por museos han identificado la presencia de quinacridonas aplicadas en veladuras sucesivas sobre fondos oscuros, lo que da lugar a la luminosidad interna característica de sus lienzos.

Georgia O’Keeffe, en su etapa floral de los años 20, empleó manganeso violeta en sus acuarelas para modelar pétalos con transiciones suaves. Su elección respondía tanto a razones estéticas como prácticas: el PV16 le permitía trabajar con lavados múltiples sin que el color se empastara o perdiera definición.

Pigmentos morados 8
Georgia O’Keeffe,
Petunia, 1925

En el muralismo contemporáneo, artistas como Julie Mehretu han incorporado pigmentos morados en capas de acrílico y tinta sobre mylar, aprovechando la transparencia y potencia del PV23 encapsulado. Las capas superpuestas generan mapas abstractos donde el morado actúa como articulador de profundidad y ritmo.

En cerámica artística, diseñadores como Edmund de Waal utilizan PV16 en porcelanas esmaltadas que mantienen el tono tras la cocción, combinando tecnología de materiales con lenguaje poético. El uso de este pigmento permite lograr superficies lisas y mates, sin pardeamientos.

Estos ejemplos muestran que el pigmento morado, lejos de ser un color “de moda” o anecdótico, puede convertirse en una estructura narrativa y material dentro de una obra.

Recomendaciones para el taller

Para integrar los pigmentos morados de manera eficaz en el trabajo artístico, conviene seguir ciertas pautas técnicas que aseguren un resultado estable, limpio y duradero:

Pigmentos morados 9
Fernando de Szyszlo,
El Innombrable, 1980
  • Verifica la fuente del pigmento. No todos los proveedores ofrecen pigmentos con la misma pureza o resistencia. Consulta siempre el Colour Index y pide hoja técnica.
  • Haz pruebas antes de incorporar un nuevo pigmento. Evalúa su comportamiento con tus aglutinantes, su compatibilidad con otros colores y su resistencia a la luz.
  • Protege las obras con barnices adecuados. Si usas PV23 o PV19 en medios expuestos, aplica barnices con protección UV. En acrílico, un barniz transparente base poliuretano garantiza mayor permanencia.
  • Evita mezclar pigmentos morados con blanco de plomo o zinc sin pruebas. Algunas combinaciones pueden generar reacciones químicas o decoloraciones con el tiempo.
  • En acuarela, modula la concentración. Los pigmentos morados suelen ser intensos: comienza con diluciones suaves y trabaja en capas. El exceso de pigmento puede oscurecer el papel y bloquear la luz.
  • Guarda los pigmentos en recipientes herméticos. Algunos compuestos orgánicos reaccionan con la humedad o la luz si se almacenan mal.
  • Documenta cada mezcla. Mantén un registro de fórmulas, porcentajes y tiempos de secado. Esto es útil no solo para repetir un color, sino para detectar errores o inconsistencias.

Una herramienta exigente, un lenguaje propio

El morado no es un color complaciente. Exige al artista una relación más técnica, más consciente. Su poder expresivo depende tanto de su intensidad como de su resistencia; de su composición como de su aplicación. Por eso, quien decide incluir pigmentos morados en su paleta necesita conocer su historia, su química y su comportamiento con la misma seriedad con la que se aprende anatomía o perspectiva.

Lejos de ser solo una mezcla de rojo y azul, el morado es una estructura cromática con propiedades físicas, ópticas y materiales que deben conocerse y dominarse. En él convergen siglos de simbolismo, décadas de investigación industrial, y miles de pruebas realizadas en talleres y laboratorios. Pintar con morado no es solo pintar con un color difícil: es usar una frontera como lenguaje, una ambigüedad como estrategia, un umbral como posibilidad.

Pigmentos morados 10
Salvador Dalí,
Return of Ulysses, 1977